De isla en isla

24 mayo 2012

Parecía que Tailandia estaba a gusto con nosotros y no quería que nos fuéramos de ningún modo, y es que nuestro vuelo de Bangkok a Filipinas tuvo un retraso de dos horas. Del aeropuerto de Clark, un bus nos trasladó hasta el aeropuerto de Manila para comprobar cómo habíamos perdido nuestro siguiente vuelo a Cebú por veinte minutos. Por mucho que intentamos explicar el problema que habíamos tenido, el personal robotizado de Cebu Pacific solo ayudó a sangrarnos la cartera para tener a sus jefazos contentos.


La broma del retraso, que por cierto fue la única que vimos en las pantallas de salidas, y la consiguiente compra de un nuevo vuelo a Cebú nos han desestabilizado el presupuesto. Llegamos casi a medianoche y tras cinco hoteles, encontramos uno con habitaciones disponibles. Agur a un día nefasto en el que nos pasamos todo el tiempo a la carrera para conseguir nada productivo.
Por suerte amanece un nuevo día, brilla el sol y un bote nos lleva a Bohol. De aquí bajamos a Panglao, otra pequeña isla al sur donde pensábamos disfrutar de la victoria de nuestro Athletic en la final contra el Barca.


 Como tod@s sabéis, no pudo ser.

Nos despierta curiosidad casi todo en este nuevo país y sus más de 7000 islas: ya no hay templos, pero sí cientos de iglesias,


 casi tantas como canchas de baloncesto,

 pero no tantas como abueletes con jovencitas locales, diminutos tuk-tuks,

 coloridos jeepneys,

masajistas en la playa, mucha influencia española en el vocabulario, en donde no existen los términos como prisas o stress… Por lo general, la gente es muy amable, sonriente, el ambiente es muy relajado, paisajes muy selváticos, la naturaleza nos rodea por todos lados al igual que sus aguas cristalinas.

En la zona de Balicasag realizamos nuestras primeras inmersiones para alucinar con su vida submarina.


Meter la cabeza en el agua y ver la infinidad de colores de sus corales y toda la fauna, nos empieza a dar una idea de lo que nos espera. Sin darnos cuenta, un tiburón ballena de unos cuatro metros casi nos lleva por delante, al minuto siguiente el instructor nos señala hacia arriba para ver sobre nosotros una tortuga gigante. Parecíamos niños en Disneyworld.

Alquilamos unas motos para cruzar a Bohol y ver los monos tarsier, una de las especies más pequeñas del mundo.


Después nos acercamos hasta las Chocolate Hills, unas curiosas formaciones montañosas.

Antes de ser atrapados por una tormenta, escapamos para comer en el pequeño pueblo de Carmen. Aprovechamos esta tarde de lluvia para observar a la gente local en su día a día.


Volvemos a Cebú para subir hasta Maya, en su punta más al norte. Hacemos noche en este pequeño pueblo plagado de jóvenes de celebración por unos juegos escolares. Junto con unos veinte locales, vamos en bote a Malapascua, otro buen destino para el buceo. 


Aquí no hay coches ni carreteras, lo cual nos hace esperar una estancia sin ruidos. El incesante cacareo de los gallos, las picaduras de mosquitos y varias tormentas diarias forman parte de esta pequeña isla.

 Bajo el agua,

vemos nuevas especies como el tiburón zorro, pez león, pez escorpión, serpiente marina de cuello estrecho con ganas de asustarnos, pez pipa fantasma, caballitos de mar… e incluso despertamos a varios ejemplares de tiburón de punta blanca.
Esta primera toma de contacto con el país y su gente ha sido muy positiva. Pero es una lástima que tan sólo tengamos tres semanas para recorrer sus islas con lo dificultoso que resulta moverse de una a otra.


"Maestro, quisiera saber cómo viven los peces en el mar. Como los hombres en la tierra: los grandes se comen a los pequeños."

-- William Shakespeare --