26 octubre 2012 (por Hollywood)
En una bangka
(típico barco filipino) de dudosa fiabilidad dejamos El Nido para poner rumbo a
Corón. Al de poco de emprender el viaje, nos detenemos en altamar y varios
tripulantes comienzan a correr de un lado a otro. Uno de ellos totalmente
mojado pide una máscara y le perdemos de vista. Pasados unos momentos de
inquietud continuamos surcando las olas, algunas de las cuales empapan nuestras
maletas. Tampoco resultó tranquilizante ver a varios mozos alternándose para
achicar agua en la parte trasera durante todo el viaje.
Ocho horas después llegamos a CORÓN donde Ricardo, el
filipino más nervioso e hiperactivo que hayamos conocido, nos lleva hasta el
Hotel Luis Bay. Este pueblo sin playa es famoso por sus quince barcos japoneses
hundidos por los americanos en la Segunda Guerra Mundial.
A esos quince pecios, ahora habrá que añadirle uno más,
ya que a la escuela Seadive se le hundió uno de los suyos pocos días atrás
debido a la mala mar.
La escuela cuenta con un restaurante con buena comida,
aunque un poco cara. Por la mañana la música y las vistas hacían difícil
abandonar el lugar, y los atardeceres multicolores terminaban por atraparte.
Precisamente con este centro realicé tres inmersiones. La
primera en el Tangat Wreck, carguero de 154 metros hundido el 24 sept. 1944; la
segunda en el Olympia Wreck, otro carguero de 140 metros hundido el mismo día, donde
disfruté más entrando y saliendo por distintas cabinas y huecos estrechos.
Debido al temporal, no hubo buena visibilidad, aunque gracias a Josh, un profesor
de cine neoyorquino afincado en Manila, nos regaló las imágenes que tomó y con ellas
hemos montado el siguiente video.
La tercera fue la más novedosa, en el Barracuda Lake de
agua dulce, donde la temperatura ascendía hasta casi abrasar a medida que
descendíamos.
Barracuda Lake tras esas rocas |
Un momento de intimidad |
Al día siguiente alquilamos una moto para recorrer los
alrededores. Pasamos de largo por Cabu y Bali Beach, y echamos un vistazo a
unas hot springs (termas de agua
caliente). Seguimos explorando rincones con paisajes espléndidos y disfrutando
de la simpatía de la gente local.
Al anochecer volvemos a las hot springs, y observamos que es la hora punta para disfrutar de
este lugar, ya que durante el día el calor las convierte en un infierno.
Esa misma noche nos juntamos con Marc y Eugenia, pareja
catalana que padeció con nosotros el viaje movidito a Corón.
Los dos son divemaster, realizaron inmersiones en casi
todos los pecios y nos dieron buenos consejos sobre lugares que ya han visitado
en este país.
No dieron más de sí nuestros días en el archipiélago de
Calamián. Una furgoneta nos lleva al diminuto aeropuerto de Busuanga para tomar
un vuelo a un destino muy atractivo del que pronto os informaremos.